Video: Por una nueva Ley de Adopcion

viernes, 18 de junio de 2010

INFANCIA HOY

10 mil niños y adolescentes podrían ser adoptados en Argentina -pero la Justicia los mantiene encerrados-

Por Pedro Ylarri.

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Si bien no existen estadísticas certeras, se estima que diez mil bebés, niños y adolescentes que podrían ser adoptados están encerrados en institutos y hogares de menores de la Argentina. Son sólo el 30 por ciento de los menores de edad que están privados de libertad. La Justicia, gobiernos y hasta las ONG siguen prefiriendo sacar a los niños de sus hogares para encerrarlos en institutos por causas asistenciales, aunque rechazan que sean dados en adopción porque hay que “privilegiar el vínculo biológico”. ¿Hipocresía, impericia o negocio?

Ciudad de Buenos Aires, 15 Jun, Agencia Infancia Hoy.- En nuestro país existe una ciudad invisible de más de 10 mil personas en la que sólo viven bebés, niños y adolescentes que son huérfanos o tienen padres que no cumplen ese rol. Existen, y aunque no están juntos, son invisibles; están encerrados en hogares o institutos de menores. Podrían ser dados en adopción y escapar de esa ciudad, pero la burocracia estatal y la preferencia de la Justicia por la cultura del encierro les ha tendido una trampa. El 40 por ciento de estos chicos tendrá primero la calle y luego la cárcel en el porvenir que el Estado tutelar les ha predestinado.

Se trata del desolador panorama que describen a PERFIL casi una decena de expertos en infancia, legisladores y organizaciones civiles. Se estima que hay 40 mil menores de edad encerrados por el Estado; la enorme mayoría de ellos no por cometer delitos. Están allí, explican todos, “por la vieja cultura del patronato, amparada en una ley de 1919 que supone un Estado tutelar que debe velar por los niños” y justifica su encierro en casos de pobreza o desamparo.

En 2005, vivían en el país al menos 19.579 menores de edad encerrados en orfanatos, institutos y centros privados, 87,1 por ciento de los cuales estaba por situaciones asistenciales (pobreza, violencia y desamparo, entre otras causas), y el resto (el 12,1 por ciento) por cometer ilícitos. Son cifras parciales de Unicef y de la Secretaría de Derechos Humanos, que sugieren que serían más de 30 mil los niños privados de libertad.

“El número no ha decrecido, más bien ha aumentado, los jueces los siguen derivando a institutos y tenemos 40 mil encerrados, de los cuales fácilmente el 30 por ciento podría ser dado en adopción”, explicó a PERFIL Ana María Dubaniewicz, una psicóloga con tres libros y una novela escritos sobre el tema. Cita como ejemplo más paradigmático al hospital Sbarra, de La Plata, donde “hay permanentemente entre 120 y 130 bebés y niños de hasta 4 años, de los cuales 40 podrían ser adoptados”, algo que no sucede. ¿Por qué? Dice que “hay un Estado muy presente para que nadie ni nada cambie”, y denuncia que las trabas burocráticas favorecen la existencia del “negociado” de la adopción ilegal, en el que están metidos “profesionales, médicos e intermediarios”.

La diputada Cynthia Hotton, quien desde hace dos años estudia el tema, añade que “la gran traba” es que la ley y la Justicia priorizan el vínculo biológico por sobre los intereses del niño: “Muchos padres no lo dan en adopción por una cuestión de orgullo o porque cobran subsidios aun viéndolos sólo una vez por año, mientras que las instituciones los prefieren adentro de los institutos por muchas otras cuestiones.” Una de ellas, según los expertos, es que los institutos y ONGs reciben entre 3 mil y 6 mil pesos por niño, “un negocio que no muchos quieren perderse”.

Con por lo menos 10 mil chicos que necesitan y pueden ser adoptados y la misma cantidad de parejas que buscan adoptar, “lo único que tenemos que hacer es favorecer que ambos se junten”, dice la diputada, quien presentó un proyecto para reformar la ley de adopción.

El proyecto pone plazo de dos años a los jueces para que consigan una familia a los niños, permite que los hijos no deseados puedan ser entregados en dependencias oficiales sin que sus madres sean penalizadas por abandono de persona y que puedan hacerlo en forma anónima. Además, reduce de 12 a 6 meses el tiempo en que los padres pierden la patria potestad en caso de no visitarlos.


(Infancia Hoy)

viernes, 12 de febrero de 2010

Entrevista en Radio del Plata

En el programa "Voy y Vengo" de Virginia Hanglin, Radio del Plata, se realizó una entrevista a Marcelo Cornejo, integrante de Club de Padres, si deseas escucharla puedes hacer click aquí

martes, 9 de febrero de 2010

El relato de una hija

Me llamo Verónica Fiorito, tengo 32 años y soy hija adoptiva. En realidad me gusta decir "hija del corazón", como me enseñaron mis Padres. Soy de Rosario, llegué a las vidas de mis Padres un 17 de Marzo de 1979 a los 19 meses. Ellos ya tenían un hijo biológico de diez años que me quiso desde el primer momento que me vio y, gracias al amor que nos enseñaron mis padres, siempre fuimos muy unidos. Yo sufría de un pequeño grado de desnutrición que afectaba a mi maduración, ya que no podía caminar ni tomar objetos, no realizaba los movimientos normales de una nena de esa edad. Gracias al amor y dedicación de mis padres, al año de estar con ellos ¡corría más ligero que el correcaminos! Ya no había ninguna secuela de la falta de atención que sufrí.

Siempre supe que soy el fruto del amor de mis padres pero no de la forma convencional en que nacen los hijos. Mi mamá no sufrió dolores de parto pero si sufrió el tiempo de espera. Y no fueron nueve meses dentro de su panza, fueron muchos más al lado del teléfono, esperando una citación.

Me sumé al grupo Club de Padres para ayudar a personas que están dispuestas a dar amor incondicionalmente, como cualquier padre, y para ayudar a los chicos como yo que aún esperan el milagro: que la vida les regale padres que les enseñe a caminar, que pueda darles un remedio para bajar la fiebre o seque sus lágrimas. Que estén allí cuando empiezan a nadar, a andar en bici o, simplemente, sentir la felicidad de poder decirle a alguien "MAMA" y "PAPA".

Me pregunto por qué nosotros, los hijos, no somos escuchados. ¿No tenemos derecho a elegir? Además del maltrato de las personas que nos traen al mundo también tenemos que sufrir el maltrato de jueces que pierden el tiempo intentando mantener lazos con personas que no nos brindan atención ni, sobretodo, AMOR. Jueces que hacen dormir nuestra niñez en un expediente perdido en un cajón.

QUIENES DICEN CUIDAR DE NUESTROS DERECHOS NOS HACEN SUFRIR LA FALTA DE UNA FAMILIA.

Conozco mi nombre biológico, el de la persona que me dio la vida. Se que tengo tres hermanos biológicos y hoy, con 32 años, puedo decidir si quiero restablecer ese vínculo y me pregunto si saben que la curiosidad pasa por los hermanos y no por los padres. ¿Por qué la ley no ampara ese derecho? ¿Por qué querer imponerlo?

El Proyecto de Ley que trata este grupo de padres ampara a los niños que todavía están en hogares y pretende agilizar las cosas para que muchas parejas puedan llegar a tener su hijo y para que muchos niños tengan otra oportunidad de saber lo que es una familia.

Espero que muchos más hijos del corazón se unan al grupo para que seamos más los que podamos decir que la vida nos dio el regalo más hermoso de todos: una familia.

Verónica Fiorito
9 de Febrero de 2010

Nota publicada en El Ciudadano


(Fuente: http://www.elciudadanoweb.com/?p=30139)

Adopción: un tema pendiente

Por: Liliana Nartallo

En estos últimos días se conoció la noticia de la adopción, por parte de un matrimonio mendocino, de una bebé haitiana. Ojalá que todos estos chicos, que en medio de semejante catástrofe quedaron desamparados, encuentren una familia que los cobije y les prodigue la atención y el amor que ellos se merecen. Pero esta situación pone de manifiesto una vez más el tema de una legislación inadecuada en nuestro país para lograr que se lleven a efecto adopciones legales. Tenemos una ley llena de burocracia que lo único que hace es alargar los plazos a tal extremo que perjudica a las parejas que por diversas razones no pueden tener hijos y desean canalizar ese amor, ese sentimiento de entrega que tiene todo padre al cargar en sus brazos a un hijo. Y lo que es peor, le niega a una gran cantidad de niños la posibilidad de un hogar bien conformado.

¿Es razonable que un pequeño quede hasta su adolescencia en una institución porque uno de los progenitores o algún familiar cercano cumple con el requisito de la visita obligatoria y de esta forma mantenga la patria potestad? ¿Es lógico que cuando el niño ha sufrido maltrato y ha sido separado de su seno familiar por encontrarse en peligro, tenga que pasar años de su vida en una institución?

Los hogares de huérfanos y todas las dependencias que se usan para alojar menores, hacen una labor destacable a favor de la niñez, pero en realidad deberían ser un lugar de paso y luego ese chico tendría que poder ser adoptado por una familia para poder recibir toda la contención y la protección necesaria.

Ya de por sí estos chicos cargan con el gran peso de saber que no pueden vivir con sus padres por diversas razones y se les quita de esta forma la posibilidad de recibir esa caricia esperada, ese consejo, ese beso y ese cuidado que sólo personas con el gran corazón de padres pueden brindar. La maternidad no es traer un hijo al mundo, eso lo hace cualquier mujer que esté en condiciones físicas para tal fin, la maternidad es mucho más, comienza cuando un bebé está en brazos de una mujer que con dulzura ya lo protege a través de la mirada. La maternidad implica noches en vela cuando un niño se enferma, risas compartidas por las monerías de la infancia, acompañamiento en los primeros pasos por el colegio, saber analizar y guiar cuando crecen y comienzan las primeras salidas de adolescentes. Padre y madre se es por amor y no por razón biológica. Un padre y una madre, sean biológicos o de corazón, si poseen la capacidad necesaria de amor no se pueden desligar del destino de un hijo; ejercer la profesión de papá es una misión para toda la vida.

Lamentablemente, vemos muchos chicos en la calle y a veces nos asombra su comportamiento, pero no son los culpables de tener que pasar una niñez llena de privaciones, por el contrario, son producto de una sociedad enferma que no halla el rumbo. Chicos que ni del Estado, ni de los padres reciben contención y pasan los principales años de su vida esperando. Esperan lo que no llega y arriban a la adolescencia sintiendo que no tuvieron el derecho a vivir una niñez feliz y llevan una gran carga para el resto de sus vidas. En la vereda de enfrente, esperan las parejas que desean adoptar y muchas veces, ante la falta de respuesta, deben recurrir a otros métodos que no son legales con las consabidas consecuencias.

¿Se cumple así con los derechos del niño? Por supuesto que no. El silencio del aparato judicial y la falta de un cambio en la ley, sumado al silencio de legisladores que deberían actualizarla, hace que la infancia de miles de chicos institucionalizados, abandonados o abusados, se diluya en una inútil espera.